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Reflexiones sobre el 2020 ante el comienzo de un nuevo año

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Es difícil cerrar este año sin escribir unas palabras de valoración. Hemos vivido un año histórico, sin precedentes para esta generación. Durante el 2020, hemos tenido que reorganizarnos y repensarnos como entidad, como sector, como trabajadoras y trabadores y como personas para salir adelante en un contexto inédito, que ha tocado todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas.

Como organización, en alianza, estamos haciendo frente a una crisis sanitaria para la que no estábamos preparadas ni preparados y lo hemos hecho con una capacidad, un nivel de compromiso e implicación de cada una de las personas que configuran esta organización que es digno de elogio, admiración y felicitación. Queremos  trasladar esta felicitación a cada persona, una por una, que hace posible que esta organización haya alcanzado las cuotas de presencia, representatividad e incidencia que estamos sabiendo lograr juntas y juntos, en los procesos de integración de las personas inmigrantes y refugiadas.

No trabajamos con usuarios y usuarias de nuestros servicios, sino con participantes. No trabajamos con números, sino con personas con trayectorias de vida, miradas, sueños, anhelos, esperanzas.

Ellas, son el centro de nuestras acciones. No trabajamos para las personas, lo hacemos junto a ellas y lo hemos demostrado con creces ante esta dura crisis, en donde con creatividad, innovación,  con imaginación, con miradas diversas hemos sabido estar a la altura de las circunstancias. Nos hemos multiplicado en un intento de no dejar a nadie atrás, hemos llegado donde parecía imposible, acompañando, escuchando, apoyando…

Han sido meses en donde hemos visto cómo diversas realidades sociales en las que venimos trabajando desde Cepaim desde hace años y que permanecían invisibilizadas por una importante parte de la sociedad, se han hecho visibles.

Comenzamos el año con la visita del Relator de Naciones Unidas contra la pobreza extrema, quien con su visita y sus conclusiones colaboró en hacer visibles algunas de estas situaciones invisibilizadas. Concretamente, puso sobre la mesa esa terrible realidad oculta para la inmensa mayoría de personas, y en la que Fundación Cepaim lleva años presente y trabajando, como son los asentamientos infrahumanos en donde malviven miles de personas migrantes.

El Relator describía estos lugares alejados de los espacios de convivencia como “barrios pobres con condiciones mucho peores que un campamento de refugiados, sin agua corriente, electricidad ni saneamiento, donde los trabajadores y trabajadoras inmigrantes llevan años viviendo sin ninguna mejora en su situación y con condiciones que rivalizan con las peores que he visto en cualquier otra parte del mundo”. Desde aquí queremos recordar con emoción a las personas que han sufrido la dureza de los incendios en asentamientos y a las cinco personas fallecidas en la nave de Badalona y las decenas de personas heridas.

La precariedad de trabajadores y trabajadoras de temporada no ha sido la única que se ha visibilizado al conjunto de la sociedad en esta crisis sanitaria que ha derivado en una crisis económica y social. También han sido expuestas la vulnerabilidad de las personas dedicadas al sector de los cuidados, con unos niveles de economía sumergida no admisibles; la brecha digital de familias vulnerables que les ha impedido a sus hijos e hijas seguir las tareas educativas; las situaciones de violencia de género que se han visto agravadas durante el confinamiento; la realidad de las mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual, entre otras.

Los indicadores de pobreza y exclusión social en España, ya siendo duros, han quedado totalmente desfasados tras el impacto de la crisis provocada por la Covid- 19. En este 2020 nuestro país ha sufrido una agravación de estas situaciones. Se han sumado nuevos rostros a los de la pobreza y se han puesto en evidencia varias cuestiones que no podemos pasar por alto, una de ellas es la fragilidad de un modelo de desarrollo basado exclusivamente en la economía y no centrado en las personas, siendo urgente construir un nuevo modelo de economía, un nuevo modelo de desarrollo inclusivo y sostenible que tenga en consideración los impactos sociales, económicos, laborales y medio ambientales de nuestras actuaciones.

Ha quedado claro que las causas de la pobreza y la exclusión social que sufre España son estructurales y multifactoriales y que, por supuesto, no tienen su origen en las personas, sino en los contextos y en las políticas. Por tanto, si queremos incidir contra la pobreza y la exclusión social, si queremos avanzar en los procesos de inclusión e integración de las personas inmigrantes y refugiadas lo tendremos que hacer incorporando cambios en nuestras políticas económicas, fiscales, educativas, sanitarias, de empleo, vivienda, en nuestro modelo urbano, en nuestro modelo de desarrollo.

Esta crisis nos está permitiendo visualizar la importancia y el valor de un Sistema Público de Salud y de protección social fuerte y adecuadamente organizado y estructurado. También se ha podido constatar la estrecha relación que existe entre el bienestar social y la protección y promoción de salud. Se ha acreditado que la inversión en políticas sociales es una de las mejores herramientas de prevención en salud. De esta forma, se ha hecho patente que debemos trabajar por una mayor coordinación entre políticas sociales, de salud, educativas y de empleo. La fragmentación y la sectorialización son un mal endémico de las políticas sociales que debemos revertir en el actual contexto. No podemos permitirnos, ni un día más la descoordinación entre los tres niveles de la Administración y el resto de actores sociales.

Tenemos grandes retos como país, tales como la pobreza, la exclusión social, el desempleo, la desigualdad, la discriminación, el racismo, la xenofobia, la exclusión residencial, el reto demográfico, la gestión de la diversidad, el reto ambiental. Afrontarlos va a requerir de una nueva gobernanza de las políticas públicas, de otra forma de ejercer el gobierno. Mal lo haríamos si el regreso a la normalidad implica también un regreso al mismo modelo de gobernanza de las políticas públicas del que venimos, basado en una interlocución exclusiva con organizaciones empresariales y sindicales, sin suficiente participación del tercer sector de acción social y de la economía social.

Esta nueva gobernanza requerirá de un nuevo marco de relaciones entre la Administración Pública y el tercer sector de acción social que impulse un mayor reconocimiento del carácter esencial del segundo. Un marco en el que el tercer sector de acción social cuente con espacios de participación en la elaboración de los diagnósticos territoriales, en la planificación de las políticas públicas, en su implementación, seguimiento y evaluación. Para esto se requieren cambios legislativos, un nuevo marco reforzado de interlocución estable y un nuevo modelo de financiación de las actuaciones y servicios que desarrollamos las entidades sociales en colaboración con las administraciones públicas. Esta nueva Gobernanza ha de ser construida sobre la necesaria responsabilidad pública de la planificación estratégica y de la financiación de las políticas sociales.

En este contexto es urgente, tal vez más que nunca, apostar por políticas, estrategias, inversiones y medidas concretas orientadas hacia la  inclusión social, la empleabilidad digna y con derechos, la garantía de rentas, la integración, la convivencia intercultural,  la cohesión social, la igualdad de oportunidades y de trato, la gestión positiva de la diversidad... Políticas que se deben ver fuertemente reforzadas por los fondos estructurales y de inversión europeos, por los fondos de reconstrucción y por  el Fondo Europeo de Asilo, Migraciones e Integración. Tras el fracaso de la estrategia 2020, las metas a alcanzar se sitúan en la agenda 2030, el camino en la responsabilidad social de todos los actores públicos y privados, el cómo, las alianzas público privadas y el para qué una nueva sociedad basada en derechos, cohesión social, convivencia y desarrollo inclusivo y sostenible. No nos podemos permitir seguir planificando la esperanza, hay personas y familias que no pueden esperar.

Somos conscientes que ante la complejidad actual de los diferentes retos sociales a los que nos enfrentamos, ningún actor en solitario podrá incidir sobre sus causas multifactoriales. Para transformarlos necesitaremos de la colaboración público/ privada, trabajando juntos desde los principios de la gobernanza multinivel, la corresponsabilidad, la construcción de nuevos modelos de relación y el impulso a nuevos y reforzados marcos de colaboración entre la Administración pública, las entidades del tercer sector de acción social, el tejido empresarial, las universidades, los sindicatos y la economía social, diseñando y experimentando nuevas formas de hacer las cosas, nuevas metodologías y estrategias de intervención, en definitiva, apostando por la innovación social.

En este marco de alianzas y trabajo en red es necesaria la creación de espacios y tiempos para reflexionar, pensar y debatir de forma compartida, diseñando en 2021 nuestro nuevo plan estratégico y generando nuevas estrategias y nuevas respuestas,  identificando nuestras fortalezas para reforzarlas, a la vez que las debilidades  sobre las que poder  hacer propuestas de mejora que integren nuestras miradas diversas.

Este año comienza en un contexto muy complejo en el que vamos a tener que saber resituarnos para abordar las consecuencias sociales y económicas de esta crisis sanitaria y lo tendremos que hacer todos cambiando la mirada, buscando gestionar nuestras capacidades, conjugando verbos olvidados como hablar, escuchar, negociar, acordar, consensuar, sumar….

Desde Cepaim queremos recordar que no se trata de coexistir, se trata de convivir y para ello debemos volver a situar las políticas de integración y convivencia en el centro de las agendas políticas y sociales.

Ojalá y seamos capaces de aprovechar las grandes oportunidades que nos ofrecerá el 2021, estoy seguro de ello. Ojalá y el 2021 nos regale los abrazos y los tiempos de relación y convivencia que nos ha robado el 2020.

Juan Antonio Segura Lucas

Director General de Fundación Cepaim

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